“Nosotros somos la familia Bogantes Arias, nuestro hogar lo conformamos dos adultos: papá y mamá, una hermosa niña: Fátima, y tres mascotas. Como padres primerizos hemos recorrido desde el día uno un sin fin de aventuras con nuestra hija, más aún cuando por medio de la experiencia del duelo, descubrimos la depresión infantil, razón por la cual nos dimos a la tarea de ver el mundo desde otra perspectiva. Plagados de incertidumbre y miedos un día nos vimos en la necesidad de migrar de institución educativa siempre en aras de una mejor calidad de vida para nuestra hija quien dicho sea ama estudiar y aprender, siempre con el enfoque de que “el cerebro sólo aprende si hay emoción” necesitábamos que la experiencia de Fátima fuese diferente, hoy creemos fielmente que esto aplica para todos nosotros sin importar la condición.
Estudiamos una por una las instituciones de la zona y fuera de la misma también, a lo que concluimos que únicamente dos instituciones cumplían con lo que buscábamos: experiencia, arte, emoción y enfoque positivo entre otras, donde la estimulación neuronal fuese la base primordial del aprendizaje ya que estamos claros que deseamos que nuestra hija aprenda para la vida y no únicamente para un examen, buscábamos neuroeducación, seguido de ello, debíamos ahora sí poner las barbas en remojo y ver cuál de estas opciones se acomodaba a nuestras posibilidades económicas, sin lugar a dudas y desde el día uno el ABC fue la mejor opción. Al día de hoy el aprendizaje de Fátima ha sido un universo lleno de experiencias, ha desarrollado mejor la lectoescritura, ha mejorado considerablemente el inglés, toca el xilófono, hace obras de teatro, ha aprendido a ver el mundo de una manera más madura pero sin dejar de colocarle colores bonitos a la vida por más oscuro que sea el panorama, festeja la entrada a clases porque comprende que el estudio es una bendición, ama su escuela y ve en sus profesores personas a quienes admira, se ha interesado por la tecnología y la poesía, las matemáticas y la educación física se convirtieron en pasión. Llega a casa a jugar y descansar, no ha trabajar, llega sucia y sudada porque jugó y experimentó, y eso nos llena el alma. Hoy por hoy nosotros sus papás nos encargamos de ser papás a plenitud pues tenemos la tranquilidad que, de la escolaridad de nuestra hija se encargan personas maravillosas que han hecho que nuestra vida se vuelva más liviana, más llevadera, siempre en un ambiente de respeto, comunicación asertiva y empatía, donde ante situaciones de posibles conflictos encontramos soluciones con aprendizaje y sabiduría.”
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